Autismo Infantil y Musicoterapia: Un Camino de Conexión y Expresión.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) uno de cada 160 menores tiene el Trastorno del Espectro Autista, aunque en base a los últimos datos registrados, se está constatando un crecimiento del autismo en la población mundial afectando alrededor de 1 de cada 100 niños. Estos datos son preocupantes pero significan un reto para el sector de la educación y la salud. Urge pensar en nuevas prácticas y visiones para ayudar a mejorar la calidad de vida de un colectivo cada vez más numeroso.
Un vínculo que da frutos:
Poco a poco he ido conociendo y entendiendo que la música y el silencio hacen que ellos se sientan más respetados y escuchados. La espera deja espacio para construirse y encontrar caminos para acercarse al otro, a lo social, a la comunidad.
Con gran alegría he podido presenciar la transformación de la expresión facial de un niño (que se mostraba con el rostro siempre serio o más bien inexpresivo) en cada sesión: la sonrisa, la mirada recíproca que permite que conectemos como seres humanos y la risa hasta el llanto fueron pasos agigantados hacia la interacción, la comunicación y la autorregulación, pero también hacia la felicidad y el bienestar. D empezó a mostrar más interés para comunicarse y las palabras iban emergiendo con más frecuencia y sentido.Y es por eso que creo en la musicoterapia como disciplina terapéutica eficaz en el acompañamiento global de los niños y niñas con autismo.
¿Qué es la musicoterapia?
La musicoterapia es una disciplina terapéutica que permite el acceso a la música y a la cultura universalmente, la música es para todos y como la cultura, es permeable, es cambiante y nos remite a lo humano, a aquello que compartimos física (ya que nuestro cerebro reacciona con ella), cognitiva, espiritual y socialmente. El objetivo principal de la musicoterapia es promover el bienestar emocional, físico y cognitivo (reminiscencia, emociones, motricidad…) de las personas. Es una práctica que puede ser individual o grupal que utiliza dinámicas y los elementos de la música (ritmo, melodía y armonía) para tender puentes entre personas, para ahondar en la introspección o el conocimiento de uno mismo.
Mejorando la comunicación y la expresión emocional
Cuando conocí a D. podía oír alguna palabra repetida, no sabía si era una manera de comunicar o algo más bien suyo. Con el tiempo y los juegos que compartimos, D. me saluda con un “sorpresa”, acaba frases, quiere decirme qué fecha es la de hoy, quiere mostrarme las palabras que ha aprendido y cantar “Algo contigo”. Uno de los principales retos en el acompañamiento de los niños y niñas con autismo es la dificultad para expresar sus sentimientos y emociones verbalmente, es decir, si observamos su cuerpo podemos deducir su estado de ánimo pero para ellos es más complicado decirlo con palabras. Así, la música se ofrece como canal alternativo de comunicación. Qué bueno es esperar y observar, qué bien sienta estar presentes y mostrarnos tal y como somos. Con D. empezamos con canciones cortas y juegos de palabras, D. miraba los vídeos que hacíamos cantando en casa e iba integrando nuevos sonidos y palabras. La obligación nunca forma parte de la terapia, el respeto y la curiosidad son motores que ayudan a establecer la confianza y el vínculo terapéutico. Lo importante no es hablar o decir muchas palabras sinó que desde la consciencia y la disponibilidad, ofrecemos un espacio terapéutico personalizado que es único e irrepetible, en el cual los niños y niñas aprenden a comunicarse y expresar su sentir sin necesidad de palabras.
Estimulando la interacción social
A menudo los niños y niñas con autismo se sienten incómodos ante las reglas sociales porque les resulta difícil comprender la función de éstas. La musicoterapia, como actividad grupal, fomenta la interacción social de una manera natural y no invasiva. Jugar con instrumentos en grupo, cantar juntos o seguir ritmos ayuda a desarrollar habilidades sociales como la escucha activa, la cooperación y el compartir que dan sentido vital a las personas. El grupo y la música son elementos que ayudan a regularse para encajar mejor en el puzzle de las relaciones.
Jugando con la estimulación sensorial
A menudo los niños y niñas con autismo se sienten incómodos ante las reglas sociales porque les resulta difícil comprender la función de éstas. La musicoterapia, como actividad grupal, fomenta la interacción social de una manera natural y no invasiva. Jugar con instrumentos en grupo, cantar juntos o seguir ritmos ayuda a desarrollar habilidades sociales como la escucha activa, la cooperación y el compartir que dan sentido vital a las personas. El grupo y la música son elementos que ayudan a regularse para encajar mejor en el puzzle de las relaciones.
Jugando con los Sonidos Acuáticos
Los sonidos acuáticos y los que recuerdan al vientre materno resultan muy reconfortantes para muchos niños y niñas con autismo. Como bien dice Bennenthon, estos niños suelen estar en un estado muy parecido al intrauterino. En efecto, el vientre materno es un lugar con sonidos, temperatura, texturas, sensación de contención…donde uno quisiera estar bien tranquilo, separado de lo exterior con una barrera física que, a pesar de ya haber nacido, sigue existiendo, de manera invisible, entre el niño y lo que le rodea. La música puede ser un regulador, un sostén donde poder refugiarse, curarse las ”heridas del alma” y a la vez, un espacio donde realmente se requiere y se desea la presencia del otro, la reciprocidad cobra todo su sentido en la cocreación.
Jugando con la estimulación sensorial
Los sonidos acuáticos y los que recuerdan al vientre materno resultan muy reconfortantes para muchos niños y niñas con autismo. Como bien dice Benenzon, estos niños suelen estar en un estado muy parecido al intrauterino. En efecto, el vientre materno es un lugar con sonidos, temperatura, texturas, sensación de contención…donde uno quisiera estar bien tranquilo, separado de lo exterior con una barrera física que, a pesar de ya haber nacido, sigue existiendo, de manera invisible, entre el niño y lo que le rodea. La música puede ser un regulador, un sostén donde poder refugiarse, curarse las ”heridas del alma” y a la vez, un espacio donde realmente se requiere y se desea la presencia del otro, la reciprocidad cobra todo su sentido en la cocreación.
Potenciando el desarrollo de las habilidades motoras:
La musicoterapia puede ayudar a mejorar la coordinación motora y la percepción corporal mediante actividades que implican movimiento, como bailar, seguir ritmos con instrumentos o el cuerpo, también se invita a la imitación de movimientos. Es importante que la terapia se de en un espacio diáfano donde poder moverse sin obstáculos ni peligro de caídas para proporcionar un lugar seguro donde explorar y experimentar con todo el cuerpo, incluida la voz, elementos clave de la comunicación.
Tranquilos y contentos:
Al tener dificultad en la gestión de las propias emociones así como en la percepción de un entorno poco predecible, muchos niños y niñas con autismo sufren ansiedad y estrés. Una manera no invasiva y respetuosa de ayudar a autorregularse es utilizar canciones o instrumentos que tienen un efecto calmante sobre el sistema nervioso y que promueven una sensación de seguridad y confort. Mis instrumentos favoritos para fomentar la relajación son el steel tongue y la voz.
Conclusión:
La musicoterapia ofrece una manera eficaz de fomentar la comunicación, las habilidades sociales, y el bienestar emocional. A través del uso de la música, los niños y niñas con TEA pueden experimentar un camino de conexión con ellos mismos y con los otros ayudándolos a integrarse mejor en la sociedad, aumentando su calidad de vida y la de los que les rodean.
Cuando se da un espacio personalizado y saludable se promueve la escucha bidireccional y por tanto se tienden puentes hacia maneras nuevas de ser y estar en sociedad. Cuando los niños se sienten tranquilos estan más receptivos a aprender, a escuchar, a concentrarse. La música nos invita a convivir, compartir y cocrear, nos remite a las hogueras que hacíamos en la noche de los tiempos, donde nos sentíamos más seguros y fuertes juntos.