¿A qué me refiero con «El Arte de Leer Personas»?
Las profesiones del sector social y sanitario tienen su razón de ser en las necesidades de la sociedad. Sin pacientes no habría ni medicina, ni enfermería, ni tan solo hospitales; sin personas vulnerables no existirían los servicios sociales…
Así que como educadora social y musicoterapeuta me parece necesario reivindicar la revisión de nuestros principios deontológicos, de nuestra actitud hacia al “otr@” y, por qué no? agradecer la confianza y la suerte de tener un oficio con el que se puede transformar la realidad.
Reflexionando en torno a las profesiones que se dedican y existen gracias a las personas que conforman nuestra sociedad:

Leemos libros, poesías, historias que vienen de lejos, que fueron en otros tiempos y en otras manos.
Leyendo damos valor y significado a la vida, aprendemos valores, encontramos puentes comunes entre vivencias propias y ajenas.
La lectura nos pide una actitud abierta para entender desde diferentes perspectivas, la pasión por seguir con la lectura que con el paso del tiempo despierta nuestro interés hacia aquello que viene del exterior.
Y es esta pasión e interés, esa mirada abierta y atenta, la que nos remite a los OTROS y a la cultura, aquellos que no siempre han ganado pero que nos muestran diferentes maneras de pensar y vivir.
“Leer personas” dignifica al que lee y al que es leído.
No dejemos nunca de “leer”, seamos ARTESANOS Y ARTESANAS: Como aquellos y aquellas que ponían las manos en una pieza de madera, arcilla, tela, cuero o papel, leyendo y respetandola materia para crear una nueva forma. Aunque el proceso se pudiera alargar días, meses, años, para hallar la manera de plasmar una idea o un sentimiento: acariciando, reflexionando, teniendo en cuenta cada detalle, rectificando o volviendo a empezar si fuera necesario…
Seamos artesanos en la lectura y el acompañamiento de los OTROS, privilegiados por verlos nacer, aprender, recuperarse, caer y levantarse, incluso cuando les decimos adiós porque lo hacemos desde la dignidad y el buen querer. Ayudemos les a escribir nuevas páginas compartidas y nunca olvidemos la suerte que tenemos… de poder continuar “leyendo”.

¿Es necesario escribir esta reflexión? A quién le puede interesar?
Estas preguntas surgían cuando me planteé dar palabras a sentimientos encontrados en el ámbito laboral. Y es que a los profesionales que trabajamos con material sensible, con la esencia humana, sabemos que muchas de las cuestiones que nos preocupan en el trabajo también nos preocupan como individuos que tienen su familia, su vida. Cuando un residente traspasa a la otra vida a mi me da por pensar en mi muerte, en qué dejaré cuando me vaya, si seré capaz de dejar mis apegos, en cómo será morir. Cuando alguien ingresa en una institución, por ejemplo, en mi interior hay un miedo en mi de ser institucionalizada… Y si un día necesito algo de este sistema tan torcido? Y es por ese cáliz de dimensiones éticas que rozan lo mórbido, que creo que a mis compañeras y compañeros (que trabajan en hospitales, en residencias, en escuelas de educación especial, en terapia psicológica) les puede venir bien este soplo de respeto y dignidad hacia ellos mismos y sobretodo hacia a los que acompañamos en el camino vital.
Un ejemplo inspirador: E. Kübler-Ross.

Cómo podría mejorar mi trato a los demás? Si me pongo en su lugar siempre tendré más asertividad, al fin y al cabo, a quién no le gusta la música y sentirse querido?
E. Kübler-Ross hablaba de una niña que se había quedado atrás en las cámaras de gas del campo de concentración de Majdanek:
En lugar de permanecer amargada esa niña eligió perdonar y olvidar. La niña dijo: «Si puedo cambiar la vida de una persona del odio y la venganza, al amor y la compasión, entonces merecería sobrevivir».
E. Kübler-Ross fue pionera, castigada por la Psiquiatría y la Medicina por humanizar una profesión incluyendo la dimensión del amor y la compasión en sus prácticas, sobre todo en aquellas relacionadas con el buen morir. Ésto fue a mediados del siglo XX. Hoy en día seguimos hablando y reivindicando lo que ella pensó: el factor clave de la recuperación y del bienestar, el concebir al otro en todas sus dimesiones (biológica, emocional, social, espiritual, cognitiva). el «paciente» pasa a ser el propio agente de cambio, capaz de decir para ser escuchado, capaz de decidir para ver sus derechos plasmados… capaz, al fin capaz.
Conclusión:
No me queda más que invitaros a que os atreváis a escoger ese libro tan espeso, el que siempre se presenta como complejo, quizás sea el que no ha querido leer nunca nadie…Al fin y al cabo, a todos los que «escribimos libros» nos gusta que nos lean, nadie vino al mundo a vivir sólo (John Donne (1572-1631). ¡A leer se ha dicho!