¿Para qué utilizar la música en la etapa prenatal?
El sonido nos acompaña a lo largo de nuestra vida, desde su inicio hasta el fin. Incluso en las personas que tienen algún tipo de dificultad, a través de las vibraciones y las resonancias que produce. Es quien configura el paisaje sonoro que nos acompaña, nos proporciona información fundamental para nuestra supervivencia y nos rodea desde los nueve meses antes de nacer, durante la etapa prenatal. Es muy difícil evitarlo, no hay un lugar de nuestro alrededor que no nos proporcione algún tipo de sonido, y por ende información.
En la Etapa Prenatal es donde comienza la andadura del ser humano. Según Curbelo, Pupo y Cepero (2008), las evidencias demuestran cómo el período prenatal puede situarse entre las etapas constructivas de la vida humana, no solo de forma biológica, sino también psicológica. Desde que la madre gesta a su bebé por nacer, éste se encuentra inmerso en un mundo de sonidos: el ritmo del corazón, de la respiración, los sonidos gástricos, la voz de su madre, de su padre (y de otras personas cercanas), entre otros. Este ambiente, rico en estímulos multisensoriales, imprimirá una huella en el desarrollo de la personalidad del bebé que está por nacer. Panthuraamphorn (1995) asegura que la inmensa información sensorial que existe en la cavidad uterina dota al cerebro del niño que se está gestando de una gran sensibilidad y plasticidad. Y que además se produce en un momento en el que el desarrollo cerebral es muy rápido. Es por ello por lo que el útero materno se convierte en un centro de operaciones, donde el bebé se va nutriendo a nivel emocional, físico y cognitivo, de todas aquellas sensaciones internas y externas que se le proporcionen. Además durante este periodo, sus padres pueden comunicarse con él de diferentes maneras: a través del tacto (caricias sobre el vientre materno), el sonido (voces y música), y el cordón umbilical (pensamientos, sentimientos...). Si partimos del hecho de que la música es uno de los elementos de comunicación e interacción no verbal que cobra mayor fuerza en el ser humano a todos los niveles, al utilizarla en un periodo en el cual solo podemos sentir a la persona que se está formando dentro de otra a través de movimientos (que utiliza como respuestas), cobra una importancia mucho mayor.
La pregunta debería ser la contraria: ¿Cómo no utilizar la música, el sonido, la voz en un momento tan importante del ser humano?
¿Cómo se utiliza la música en la etapa prenatal?
Hay diferentes maneras de utilizar la música durante el periodo de gestación. A lo largo de estos años he ido cambiando mucho la forma en que acompaño a las familias en su embarazo. Inicialmente lo hacía desde la Musicoterapia, centrándome quizás más en la estimulación musical prenatal, así como en gestionar a través de la música los diferentes estados emocionales por lo que transitaban las parejas. Desde que me formé en Canto Prenatal, según el modelo de M.L Aucher, se abrió ante mi una forma mucho más profunda de intervención: utilizar la voz como herramienta de preparación corporal para el parto. Además de las diferentes experiencias vividas, ahora tengo la suerte de poder sumar la parte de investigación en la que estoy realmente interesada: la vinculación afectiva prenatal a través de la voz materna. Creo que hay diferentes formas de intervención, todas ellas muy interrelacionadas entre sí y necesarias: desde la estimulación prenatal, se centra más la intervención en ofrecer al bebé por nacer un ambiente rico en diferentes estímulos multisensoriales; desde la Musicoterapia además se suma el proceso terapéutico en el que se envuelve a los padres; y desde el Canto Prenatal se utiliza únicamente la voz de los padres como eje fundamental en el proceso de embarazo.
¿Los bebés en el útero materno oyen?
Claro que oyen, ¡y mucho!El oído es el órgano que se encarga de percibir, recoger y traducir el sonido de tal manera que el Sistema Nervioso Central pueda descifrarlos e integrarlos con el resto de la información sensorial que le llega del exterior. Y este proceso comienza ya en el útero materno, pudiendo el bebé conectarse con el mundo exterior a través de la audición. ¿No es increíble? ¡Estar en el interior de tu madre, gestándote y que ya puedas percibir lo que ocurre fuera de ella!. Esto se debe a que es partir de la semana 20 de gestación cuando la cóclea alcanza las dimensiones adultas, aunque comienza a funcionar con un rendimiento pobre en cuanto a audición que se perfecciona rápidamente. Pujol, Lavigne-Rebillard y Uziel (1991) afirman que es a esta edad cuando se produce la inervación de las células ciliadas externas, y entre la semana 24 y 28 cuando aparecen las primeras sinapsis consideradas maduras. Y es además en estas semanas donde es incluso capaz de diferenciar los sonidos que provienen del interior del vientre de su madre de los sonidos exteriores.
No es de extrañar entonces que desde la intervención en Musicoterapia pensemos que es a partir de la semana 20 de gestación puede ser el momento idóneo para comenzar una estimulación prenatal sonoro-musical y favorecer así nuevas conexiones neuronales en el bebé por nacer. Desde el Canto Prenatal, según el modelo de M.L Aucher, comenzamos el camino incluso antes, ya que utilizamos la voz de la madre como eje principal de preparación psicofisiológica del embarazo y parto, además de lo relacionado con la estimulación musical prenatal, la vinculación y comunicación con el bebé.
¿Hay algún registro de voz que conecte mejor con el bebé intrauterino?
Sin duda es la voz materna la que mejor conecta con el bebé intrauterino. No sólo por la cercanía con la fuente emisora, sino por cómo vibra y resuena en el cuerpo de su madre y, por ende, en el suyo propio. Proporcionándole un masaje vibracional a la vez que la escucha. El bebé intrauterino discrimina su voz por encima de los sonidos intrauterinos que recibe (latido cardíaco, flujo sanguíneo, respiración, digestión, etc.), así como la de su padre, o persona que acompaña el embarazo.
Sobre los sonidos que provienen del exterior, Maldonado, Sauceda y Lartigue (2008) afirman que de el bebé escucha mejor los que tienen una frecuencia baja (sonidos graves) que los que tienen una frecuencia alta (sonidos agudos). Esto se debe, según Hernández (2004) al comienzo del funcionamiento coclear: la capacidad auditiva es insatisfactoria, sólo se registran respuestas electrofisiológicas en las frecuencias medias, de 1000 a 2000 Hz según las especies. Durante la maduración disminuyen los umbrales auditivos y comienza la codificación temporal y se ensancha la sensibilidad de frecuencias, primero en rangos de frecuencias bajas y por último en el de altas frecuencias.
Así que podemos afirmar entonces que durante su gestación en el útero materno, los bebés perciben y escuchan primero las frecuencias más bajas (rango de voz paterna y música con instrumentación grave) antes que las altas (otras voces femeninas y música con instrumentación aguda).