El juego en los adultos
Algunas conclusiones sobre el juego en los adultos
El juego en los adultos según mi mirada y una conclusión, después de un taller de música y juego en uno de nuestros seminarios de musicoterapia infantil.
Poniendo la atención en lo fenomenológico, me pongo a escribir estas líneas partiendo de la mera observación y quizás te preguntes:
¿Qué tiene que ver hacer jugar a un adulto, si de lo que trata esta formación es de los niños? (Me refiero al seminario de musicoterapia infantil)
Pues bien, espero poder ser clara para compartir contigo mi pensamiento. ¡Vamos allá!
El hecho mismo de jugar por jugar confronta a cada persona con sus propias resistencias, creencias y prejuicios.
La causa, es que detrás de esas barreras, en muchas ocasiones, se encuentra un manojo de frases que se han ido lanzado desde distintos frentes y que han actuado en forma interna y sutil, durante muchos años.
En realidad, desde que nacemos o antes, y luego persisten durante todo nuestro desarrollo. El resultado es que esas frases dificultan que el adulto pueda entregarse sin más al disfrute y al placer del simple hecho de jugar.
Son expresiones que se han fijado muy profundamente en nosotros y que, sin darnos cuenta, han configurado nuestra forma de ser, de ver y de manejarnos en el mundo.
Por ejemplo, una de las más conocidas: “Los hombres no lloran”. Otra, bastante típica y común, que en mi caso se repetía como disco rayado: “Las mujeres son todas unas putas”. ¡Vaya sentencia! ¡Vaya enseñanza!
Este tipo de frases se graban en nosotr@s y hacen verdaderos estragos en nuestro organismo, hasta que salen a la luz en forma de enfermedades, rupturas, conflictos, adicciones o conductas que a la larga minan y perjudican nuestra esencia como individuos, condicionando nuestra forma de relacionarnos con el entorno y con los otros.
Una vez que se manifiestan, es necesario que se las atienda, se las mire y se las acepte, para poder sanarlas.
¿Y tú?: ¿tienes identificadas algunas?, digo algunas porque son más de una las que podemos haber recogido durante nuestro proceso de crecimiento.
¿Por qué recuperar la creación musical, el canto, la danza y el juego en el adulto?
Ofrecer espacios de juego, exploración y creación musical, o guiar al adulto a comenzar desde el cuerpo, proponiéndole consignas diferentes a las conocidas, o llevarlo a terrenos imprevistos, puede resultar inicialmente desconcertante.
Sin embargo, a medida que se van desarrollando las dinámicas, empieza a surgir una relajación natural y espontánea que se contagia entre los participantes, dando así apertura y espacio a nuevas formas de *creación simbólica. Se conduce así al individuo y al grupo, a una creación conjunta que promueve nuevos espacios emocionales más diversos y sanos.
La función del facilitador es ofrecer una experiencia tal, que a través de la participación espontánea y libre, le permita al adulto despertar y mover ese potencial creativo dormido o censurado por todas estas ideas ya fijadas.
Es el facilitador, quien mediante su propia persona y su propia creatividad, resuena con los demás y es la chispa que enciende los *rasgos sanos y emocionalmente ricos que la persona trae consigo, sirviéndose del grupo para amplificar y contagiar a todos, estos estados emocionales más reales, naturales y curativos.
El entrenamiento personal, el desarrollo de la observación, la contemplación y la práctica constante son elementos esenciales para que un dinamizador pueda manejarse cómodamente entre la técnica y el arte.
Todo esto se logra de una única manera: ampliando esta práctica en el tiempo y, como cualquier otra, y mediante la repetición.
De este modo, tendremos más recursos internos para continuar creciendo y viendo un poco más a los otros.
Con la simple y a la vez compleja consigna de “hacer música juntos” se activan, en forma casi imperceptible, mecanismos que unifican y a la vez integran a cada una de las personas que allí se encuentran, independientemente, si saben más o menos música.
Todos ponen parte de su ser al mismo tiempo, pero sin censurarse ni controlarse.
Algunos participan con su voz, otros con el instrumento que más les ha gustado, otros con una mirada, con una sonrisa y otros simplemente escuchando.
Todos contemplan con asombro lo que emerge desde el silencio y luego desde el pulso en común.
Y así cada uno vive un viaje único. Su propio viaje, acompañado por otros y acompañando. Las preguntas y respuestas llegan y se van solas. Las interacciones se suceden sin conflictos, ni enfrentamientos, solo nos relacionamos amorosa y pacíficamente.
Las historias nacen y se desarrollan simultáneamente en un orden simpático y amable. Nadie sobresale más que otros, a excepción de que tácitamente el mismo grupo lo acepte y acompañe. Cada uno encuentra su momento para manifestarse, creando así una sucesión de historias personales tan perfectamente enlazadas, que termina siendo una y la misma historia.
A partir de esta simple pero a la vez compleja consigna, se recibe información nueva desde lo simbólico y lo no verbal, que luego, al ser recogida e integrada por la guía del dinamizador, ayuda al participante a la toma de consciencia y a la actualización de antiguos conocimientos y creencias.
En consecuencia, esta es la razón por la cual todo adulto que se precie de ser un profesional que trabaja para la educación, la crianza y el desarrollo de los niños, tiene que recuperar la energía y la alegría que nos trae el juego, el cantar por cantar y bailar por bailar, aunque al comienzo nos cueste y tengamos que obligarnos.
También, esta es la razón por la que un adulto tiene que atender, mirar, curar, aceptar y abrazar al dolor causado por las heridas que recibió de niño: para ser hoy, un adulto íntegro al encontrarse frente a una nueva personita que espera ser cuidada, mimada y guiada.
O sea, el niñ@.
Para finalizar, sé honesto contigo mismo y dedícate a encontrar lo que verdaderamente te hace feliz, lo que te haga sentirte completo como individuo y te permita gozar como un niño.
Te aseguro que así contribuirás mucho más a la educación, al desarrollo y a la felicidad de los niños.
"Detrás de un adulto serio e incapaz de soltar carcajadas al viento, hay un niño pequeño que no ha jugado lo suficiente"
*Creación simbólica: no es otra cosa que la representación de vivencias propias de la vida de cada individuo.
*Rasgos sanos: me refiero a aquellos que generan estados y sensaciones de amplitud, expansión, agradecimiento, calma, relajación, amor, apertura del corazón, etc.